domingo, 3 de marzo de 2013

Cap.68 (Vladimir Cubillo Cantillo 7-1)

Apenas él le abrazaba el cabello, a ella se le agolpaba el tendón y caían en tristezas, en salvajes miedos, en sustos desesperantes. Cada vez que él procuraba reclamar las felicidades, se enredaba en un bolso de quejas y tenía que evolucionarse de cara al dolor, sintiendo cómo poco a poco las canillas se arrugaban, se iba envejeciendo, aburriéndose, hasta quedar tendido como el viejo en agonía al que se le han dejado caer unas pastillas de mejoramiento. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se torturaba los sufrimientos consintiendo en que él suavemente agarrara su dolor. Apenas se compartían, algo como un unicornio los veía, los extralimitaba y movía, de pronto era el tornado, las búsquedas de la fuerza, el jade los cubría de tornados, los bichos de la metamorfosis en una sobrehumana pausa. ¡Venid! ¡Venid! Gritando en la cresta de la montaña, se sentía el pálpito furioso y maduro. Temblaba el corazón, se sentían las mario-voladoras, y todo se resolvía en un profundo dormir, en una llama de ardientes gasas, en creces casi crueles que los apenaban hasta el límite de las olas.

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