jueves, 7 de marzo de 2013

Cap.68 (Andrea Ramírez Maldonado 7-4)

Apenas a él le daba el dolor de cabeza, ella se iba y lo dejaba solo y caían en lianas, en salvajes ramas, en espinas exasperantes. Cada vez que él procuraba relajarse las espinas, se enredaban en un brazo y tenía que quedarse quieto de cara a la pero de sus pesadillas, sintiendo cómo poco a poco las espinas se iban clavando, se apretando y rasgando hasta quedar tendido como un cadáver al que se le han dejado caer por una peña. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se balancea hacia lo peor, los dolores que sentía eran horribles. Apenas se movía un poco, algo con púas los rasgaba, los dolores y la paranoia se apoderaban de él, de pronto era el brazo, las púas de las ramas le habían atravesado el brazo derecho, la sangre corría, los sentimientos del dolor y su posible muerte en un lugar de nadie. ¡Ayuda! ¡Ayuda! Gritaba en el medio de una selva debajo de la tierra, se sentía atrapado, miedo, desesperación y frío. Temblaban el brazo izquierdo y el derecho, se le vencían las horas de vida, y todo se resolvía en un profundo sentimiento, en un momento de desesperación y furia, en caricias de la muerte que lo agobiaban hasta el límite de su propia vida.

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