jueves, 21 de junio de 2012

Fría realidad, Sofía Rojas


 Recuerda, piensa,
sé que en lo más profundo de tu ser
lo sabes:
sabes que eres alguien,
que tienes dónde y con quién estar;
en cambio ellos no,
y todos se parecen.
Tienen una casa sin techo,
piso de cemento con decoración a tierra,
una cama fría, cobijas de cartón,
y la más bella fuente de luz.
Ellos caminan sin rumbo alguno
mientras tú sigues la rutina del día

Cicatrices, Sofía Rojas


Pensar que estamos encadenados
Que no sabemos, pero lo sentimos
Sentimos que el aire se nos va,
nuestros músculos pierden la fuerza,
cada vez se van cerrando más nuestros ojos
y nos empiezan a aparecer cicatrices de guerras perdidas
sueños que hemos destrozado con el tiempo,
miles de sonrisas que, sin darnos cuenta, hemos perdido.

Soy la cena, Sofía Rojas



Tengo que dejar mi recuerdo atrás,
Ya que es él quien se come un pedazo de mí cada noche.
Mi carne es el plato fuerte
Y mis gritos son el postre.
El pasado es el que le quita mi sangre al tiempo
El tiempo se desespera y pisotea mi cuerpo, como si no tuviera alma,
Saca mis ojos y los arrastra
Hasta que en ellos ya no haya ni una sola imagen de él,
de la sombra del diablo.

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela, del glíglico al español (Sofía Rojas)


Apenas él le alababa su belleza, ella se columpiaba en el silencio, caían hormigas, salvajes demonios en pétalos desesperados. Cada vez que él procuraba acercarse, los insectos se enredaban en un tejido quebradizo y tenía que incorporarse de cara al talón, sintiendo cómo poco a poco sus piernas se quebraban, se iban apretando, reduciendo, hasta quedar tendido como el trapecio al que se le han dejado caer unas figuras de caricatura. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se levantaba del silencio, consintiendo en que él aproximara suavemente sus lunas. Apenas se columpiaban, algo como una luz los encendía, los excitaba y movía, de pronto era el silencio, las fragancias conmovedoras de los gemidos, el llanto, la lluvia del orgullo, las promesas de una madre golpeada. ¡Evade! ¡Evade! Volcanes en el mujeriego, se sentía palpitar, felinos y barbudos, temblaba, se vencían las marionetas, y todo se resolvía en un profundo pincel, en palomas de erguidas alas, en caras casi crueles que los operaban hasta el límite de la cúspide.

martes, 5 de junio de 2012

La vida no tendría sentido sin la escritura (Entrevista con el escritor portugués Antonio Lobo Antunes)

http://www.revistadeletras.net/antonio-lobo-antunes-la-vida-no-tendria-sentido-sin-la-escritura/

"El valor no es no tener miedo. Porque miedo lo tienes siempre. El valor es hacer a pesar del miedo."

Partida-Iniciación-Regreso (los tres grandes momentos de cualquier viaje que emprenda un héroe)

El viaje del héroe de Campbell se puede descomponer en tres etapas:
La Partida (o Separación),
La Iniciación
El Regreso.

Esas tres grandes etapas son  semejantes a los famosos tres actos de las obras de teatro y de las películas (presentación, nudo y desenlace).

Cada etapa está compuesta por varias partes, que pueden estar presentes o no, y pueden variar su orden dependiendo de la encarnación del mito o relato.

Primero, el héroe se debe separar del mundo real u ordinario en el que vive, marcando el inicio de la historia. En el nuevo mundo, el héroe deberá superar una serie de pruebas y obstáculos para poder conseguir una iniciación en disciplinas extraordinarias. Finalmente, el héroe regresará para compartir con sus semejantes aquello que ha aprendido.

Las etapas del viaje del héroe (Joseph Campbell) aplicadas a la película "La novena puerta"

http://www.youtube.com/watch?v=enn1x4Pwswk

Las etapas del viaje del héroe (Joseph Campbell) aplicadas a la película El Laberinto del Fauno

http://www.youtube.com/watch?v=mtmr-8s7GOE&feature=results_main&playnext=1&list=PLB003D3BA61014383


viernes, 1 de junio de 2012

Traducción Libre del Capítulo 68 de Rayuela (Julio Cortázar) del glíglico al español Karla Portuguez

Apenas él le amarraba el cabello, a ella se le agrupaba el cerebro y caían en pedazos, en salvajes manadas, en animales exasperantes. Cada vez que él procuraba retomar las ideas, se enredaba en un grito de dolor y tenía que mostrarse de cara al monstruo, sintiendo cómo poco a poco la armada se juntaba, se iba mostrando, duplicando, hasta quedar tendido como el barro de pantano al que se le han dejado caer unas flores de marco. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tronaba los dedos, consintiendo en que él aproximara suavemente su oído. Apenas se entreplumaban, algo como un unicornio los entretejía, los separaba y movía, de pronto era el sillón, las esferas volcánicas de las materias, la alejaban asombrosamente del orgullo, los robots del marco en una sobre abertura pausada ¡Eva! ¡Eva! colapsados en la cresta del volcán, se sentía temblar, piernas y brazos. Temblaba el mundo, se vencían las mariposas, y todo se resolvía en un profundo pestañear, en miradas de antiguas gasas, en caricias casi crueles que los encaminaban hasta el límite de los océanos.

Duérmete mi niño (Emilia Fernández)

Duérmete, niño, duérmete.
Duerme que mañana no me verás más
Duérmete que soñando me verás aunque no esté más
Duérmete niño, duérmete que si no, no estaré en tus sueños.
Duérmete niño, que mañana estaré en otra parte.
Duérmete que soñando verás el mañana sin mí.
Duerme niño mío, que ya me voy
Duerme que te estoy diciendo "adiós".
Duérmete.

Mira, Me (Emilia Fernández)

Mira, Me, mira como te mira la mirada que mira al mundo.
Me, mira el ojo que mira al mundo con una mirada que mata al que la niega
Mírame, Me, me mira el ojo que mira al mundo.
Mirándome miras al ojo que mira al mundo.
Mira, Me.