domingo, 29 de abril de 2012

Traducción libre del Capítulo 68 (Julio Cortázar) del glíglico al español, Angie Abarca

Apenas él le daba el poema, a ella le palpitaba el corazón y caían, desde su cara, las lágrimas que desde sus ojos botaban de alegría al leer lo que su novio había escrito. Cada vez que Andrés le decía que no llorara, Catalina se ponía más a llorar al leer las hermosas palabras que le dio a expresar su novio, las inspiraciones, lo que él creía de su belleza, de todo sobre su novia. Y sin embargo, era apenas el principio, porque en un momento dado cuando Catalina ya no esperaba más sorpresas y cuando le dio las gracias a Andrés por el poema, él le dijo que todavía faltaba algo, en un momento llegó Andrés donde estaba Catalina y le dio una caja. Apenas ella la vio se puso feliz, pero él le dijo que antes que la abriera, le tenía que decir algo, entonces él le dijo que ya no quería ser nada más de ella. Ella lloró y lloró viendo que él ya no quería ser nada más con ella. Al abrir ella la caja la sonrisa le volvió a la cara porque vio un anillo de compromiso y en ese momento Andrés le dijo: es que yo ya no quería ser más tu novio; ahora quiero ser tu esposo. 

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela (Julio Cortázar), del gliglico al español, Michael Ledezma

Apenas él le acariaba el poema, a ella se le agotaba el huevito, y caían en almohaditas, en salvajes movimientos, en sustos desesperantes. Cada vez que él procuraba remar las peludas, se enredaba en un charco asqueroso y tenía que movilizarse de cara al óvalo, sintiendo cómo poco a poco las ardillas se masajeaban, se iban acercando y acercando, hasta quedar pegados como un chicle en un zapato al que se le han dejado caer unas figuras de cartulina. Y sin embargo, era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tostaba un pan, consintiendo en que él aproximara suavemente su peludo. Apenas se tranquilizaban, algo como un líquido los pegaba, los estrangulaba y mordía, de pronto era el chiflón, las estructuras impresionantes de las madrinas, la chocoleta en la boca del hombre, los pelos del gato en una enorme vaca. ¡Tostadora! ¡Tostadora! Maduros en la celda del murciélago, se sentía aliviado, pistolas y rabia. Temblaba el perro, se vencían las mariposas, y todo se sentía en un profundo hueco, en alta mar de guadalupe gases, en calamares casi crueles que los apenaban hasta el límite de la cumbia.

jueves, 26 de abril de 2012

Adam Fathi (Túnez) uno de los poetas que escuchamos en el XI Festival Internacional de Poesía

http://fipsedeheredia.blogspot.com/2012/03/adam-fathi.html

http://www.youtube.com/watch?v=cRh6mjzKr-E

La última noche de sufrimiento (Victoria A. Barth)

¡Oh, fría oscuridad! Me matas
Ya no sé qué hacer, ya olvidé lo que es amar...
Sé que tus besos han de ser nada más que mentiras,
pero ya no importa, con tal de callar la soledad.
¡Ven con tus falsas palabras!

Ven... ¡Eso mismo te pedí cuando me dejaste en el altar!
¿Cómo se supone que voy a olvidar cuánto te amé y cuánto tú no?
Mi droga es el vacío entre tus caricias,
la frialdad con la que dices amarme, es más que solo
el suspiro que nunca soltaste al verme.

¿Será una maldición tener la belleza pero nunca
ser amada de verdad? ¿Estaré condenada a mil mentiras,
a ser usada por mis riquezas y a diez mil noches de lamento?
¿A que la realidad vaya a ser noches heladas e infinitas como esta?
¡A días grises y un mar de lágrimas que se abre tiñéndose
al rojo vivo, de sangre...!

¿Será que jamás volverás? ¿Huiste para siempre?
Es un hecho, después de todo este tiempo, solo
encontré impenetrables meses de silencio.
Esta será la última vez que escucharán mi voz, esa voz
que una vez alegró con melodías el día.
Sí, cariño, me temo, este el fin de la sinfonía.

Dile adiós a la luz de mis ojos porque ahora
no más respiraré entre ustedes, inhalaré el
aire en el mundo detrás de las barreras del sueño
y ya entonces nunca más verán el brillo de la vida en mis pupilas.

Viviré mis fantasías y amaré mis deseos
de volar junto a ti para siempre. Todo eso,
en una oscura travesía llamada muerte.

¡Oh, sí! Te tengo a tí en sueños de los
que jamás despertaré. Una sanguinaria velada
son estas horas de melaconlía, pero no te preocupes
si alguna vez lees eso. ¡No te preocupes por mí, porque
simplemente me quedé dormida soñando contigo!
¡Contigo, amor imposible!

Con esta daga dentro de mi corazón y
derramando la última lágrima;
así yo muero, liberando mi alma y
acabando mi sufrimiento.

¡Adiós! Adiós, amor mío...

Traducción Libre del Capítulo 68 de Rayuela (Julio Cortázar) del glíglico al español, Cristel Murillo

Apenas él le compraba el cielo, a ella se le agolpaba el crecimiento y caían en la piscina, en salvajes campos, en donnas exasperantes. Cada vez que él procuraba comer las hierbas, se enredaban en una lluvia de espaguetti y tenía que construirse de cara al mundo, sintiendo cómo poco a poco las hamburguesas se desarmaban, se iban los helados, los marcianos, hasta quedar tendido como el muñeco de gelatina de mora al que se le han dejado caer unas hormigas de caramelo. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se cubrió los ojos consintiendo en que él aproximara suavemente su jengibre. Apenas cayó el jengibre, algo como una pizza los asustó, los waffles y las salchichas, de pronto eran muy gigantes, las pizzas se movían asustadas de las salchichas, la piscina de libros del bibliotecario, las enciclopedias del bibliotecario estaban llorando muy fuerte. ¡Auxilio! ¡Auxilio! Vamos en la cresta del gallo tuerto, se sentía chuleta, carne y débil. Temblaba el troglodita, se vencían las donnas, y todo se removía en un profundo mundo de comida, en helado de queque de chocolate, en conos azucarados casi crueles que los inundaban hasta el límite de las copas de los árboles de menta.

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela (Julio Cortázar) del glíglico al español David Guerrero

Apenas él le contaba el poema, a ella se le agolpaba el corazón y caían en sus mejillas salvajes gotas de lágrimas, y a la vez él se sentía exasperante. Cada vez que él procuraba sanar las heridas, se enredaba en un problema quejumbroso y tenía que revolucionarse de cara al error, sintiendo cómo poco a poco las emociones se desaparecían, se iban desvaneciendo, invisibles, hasta quedar tendidas como una sábana de algodón a la que se le han dejado caer unas gotitas de color. Y sin embargo, era apenas el principio, porque en un momento ella se secaba los ojos consintiendo en que él aproximara más su cariño. Se abrazaban, algo como un sentimiento los unía, los estrechaba, y sentían el amor, de pronto era el clima, las hermosas nubes blancas de las más lindas, la nube negra apareció desvaneciendo las otras del cielo en una horrorosa tormenta. ¡Corre! ¡Corre! Gritaba en lo alto de una rama, se sentía el frío, temor y oscuridad. Temblaba el frío, se venía lluvia, y todo se ensuciaba en una profunda caverna, en la montaña de argentinos gozos en Chubut, casi crueles que mataron hasta el límite un animal.

martes, 24 de abril de 2012

Capítulo 68 leído por Julio Cortázar

http://www.youtube.com/watch?v=qevRdIoXCsg&feature=related

The Lost Thing (cortometraje animado)

http://www.youtube.com/watch?v=XC-yNmkVEAI

La flor más grande del mundo (cortometraje animado de un relato escrito por José Saramago, premio Nobel de Literatura

http://www.youtube.com/watch?v=o9BbCd-OjCs

Traducción libre del capítulo 68 de Rayuela (Julio Cortázar) del glíglico al español Hazel Ramírez

Cada vez que él le hablaba del poema, a ella se le agolpaban los sentidos y caía en dudas, en salvajes demonios, en suspiros exasperantes. Cada vez que él procuraba reclamarle las indiferencias se enredaban en un gemido quejumbroso y tenían que encontrarse de cara a cara con la razón, sintiendo cómo poco a poco las astillas los apretujaban, se iban apuñando, reprimiendo, hasta quedar tendidas como el mayor momento de egolatría al que se le han dejado caer pequeñas semillas de discordia. Sin embargo, era apenas el principio, porque en un momento dado, ella se torturaba los sentidos, consitiéndose el pensamiento en que él se le aproximaría suavemente y le susurraría a los oídos. Apenas los pájaros se entreplumaban, algo como un ululeo entrecortado los estrangulaba y conmovía; de pronto llegó el equinoccio, la furiosa llamada del sol, la jadeante convocatoria de las estaciones, los extenuantes golpazos de una sobrehumana fuerza que terminaba en pausa. ¡Súplica! ¡Súplica! Esposados en la cresta del amanecer, se sentía el bramar, los cariños y los murmullos. Temblabla el cielo, se daban por vencidas las mariposas y todo se resolvía en un profundo trance interminable, en dilemas de agridulces razas, en caricias casi crueles que los arrastraban hasta el límite de las rocas.

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela (Julio Cortázar) del glíglico al español Emilia Fernández

Apenas él le decía insultos, ella se los devolvía y gritaba con odio, entre salvajes golpes y mordiscos entre ambos. Cada vez que él quería evadir las agresiones, más golpes en su cuerpo recibía y tenía que devolvérselos a su esposa, sintiendo que poco a poco su dignidad se esfumaba, se iba extinguiendo, desapareciendo, yendo hasta quedar tendido como la sábana de su cama, la cual se ha llenado de sangre, unas cuantas veces por la riña. Y sin embargo, solo era el principio, porque en un momento dado ella se detenía y luego seguía, consiguiendo que él respondiera su ataque, brutalmente. Apenas podían moverse, por como su riña los dejaba, de pronto era la hora de salida, los pequeños hijos de ellos venían, con la sirvienta, el hijo mayor de un golpe entró ¡Dios! ¡Dios! Gritaba en la puerta del cuarto; en el aire se sentía la sorpresa, la desesperación y la vergüenza. Temblaban los dos, se veían nerviosos, y todo empeoró cuando todos llegaron; en cuanto vieron el cuarto, el rostro de todos se puso pálido al verlos a los dos ensangrentados, hasta el desmayo de ambos.

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela, Julio Cortázar (del glíglico al español) Leonardo Marín

Apenas él le recitaba el poema, a ella se le agolpaba el pecho y caían en lágrimas, en salvajes amoríos, suspiros exasperantes. Cada vez que él procuraba relatar sus sentimientos, se le enredaba en un lagrimado quejumbroso y tenía que ilusionarse de cara a la novia, sintiendo cómo poco a poco las ilusiones se desvanecían, se iban extinguiendo, reduciendo, hasta quedar tendido como el anciano de melancolía al que se le han dejado caer unas oportunidades de caricatura. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado, ella se ondulaba los cabellos, consintiendo en que él aproximara suavemente sus sentimientos. Apenas se acercaban, algo como un cordón los amarraba, los estrangulaba y los detenía. De pronto era el corazón, los esfuerzos importantes de las matricarias, la joya esculpida del orgullo, los menosprecios del  espasmo en una sobriedad pausada. ¡Espera! ¡Espera! pasada en la cresta del muro, se sentía enamorada, confundida y malhumorada. Le temblaba el cuerpo, se vencían las mariposas y todo se resolvía en un profundo príncipe, en olas de ansiedad grandes, en cariños casi crueles que los juntaron casi al límite de las ruinas.

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela (Julio Cortázar) del glíglico al español Sara Ortíz

Apenas él le hablaba del poema, a ella se le complicaba el problema y caían en estrés, como salvajes demonios, en sustos desesperantes. Cada vez que él intentaba calmar las incomodidades, se enredaba en un momento desastroso y tenía que calmarse de cara al asunto, sintiendo cómo poco a poco las ardillas se molestaban, se iban acercando rápido, hasta quedar tendido por el maltrato de la agonía al que se le han dejado caer unas criaturas indefensas. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se torturaba los días, consintiendo en que él aproximara suavemente los brazos. Apenas se recuperaban, algo como un unicornio los despedazaba, los estrangulaba y conmovía, de pronto era el perdón, las desastrosas incomodantes de las dramáticas, la desesperante época del invierno, los problemas del pasado en una problemática desesperanza ¡Oye! ¡Oye! estresadas en el estrecho muro, se sentía malvado, maltratado y no deseado. Temblaba el reloj, se vencían las mariposas, y todo se resolvía en un profundo silencio, en idiomas de distintas razas, en vidas casi crueles que les impedían llegar hasta el límite de las ruinas.

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela de Julio Cortázar (del glíglico al español) Ennya Martínez

Apenas él le cantaba el poema, a ella se le agotaba el aliento y caían en penumbras, en salvajes lamentos. Cada vez que él procuraba reclamar las incompetencias, se enredaba en un rosal quejumbroso y tenía que enfrentarse de cara al muerto, sintiendo cómo poco a poco las rosas se marchitaban, se iban secando, despedazando, hasta quedar tendido como el alma de desgracias al que se le han dejado caer unas gotas de sangre. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se torturaba los pensamientos, consintiendo en que él aproximara suavemente su intranquilidad. Apenas se estremecían, algo como un alboroto los estresaba, los estremecía y destrozaba, de pronto era el viento, las furicas corrientes de las nubes, la degollante culpa del orgullo, los dolores del espasmo en una sobrehumana agonía. ¡Moriré! ¡Moriré! gritando en la cresta del olvido, se sentía miedo, peligro y mareos. Temblabla el corazón, se vencían las desgracias, y todo se resolvía en un profundo agujero, en melodramas de antiguas gasas, en melancolías casi crueles que los ordenaban hasta el límite de las ruinas.

domingo, 22 de abril de 2012

Sin su recuerdo (Sasha Valeria Rodríguez)

Se ha ido y me
ha dejado sin un solo
recuerdo de lo que
ocurrió,

se ha ido.

Se ha ido y yo
me quedé, no me fui con él
pero me lamento

se ha ido

Se ha ido, dejándome
marcas de sus besos,
su amor, sus caricias, su mirar,
su calor inapagable

se ha ido

Se ha ido, me hace falta
pero no lo espero
porque fui yo la que decidió no ir
con él

se ha ido.

Tan solo lo dejé
irse sin mí.

Rompí lo que quedaba de la luna (Sasha Valeria Rodríguez)

Ella, con la que
me desahogo de
mis penas todas las noches,
la que me ve si yo la veo...

a ella.

Mientras le hablo se mueve
del dolor que le he transmitido,
y cae lentamente,
la aturdo.

Ella se rompe lentamente,
y al caer se desagarra en mis llantos y lamentos
se va y se apaga su luz,
dejándome a oscuras.

Ya ella no está, se ha ido
y me ha dejado
con mis dudas y pensamientos
sin derecho a reír
ni a llorar en su presencia.

miércoles, 18 de abril de 2012

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela (del glíglico al español) Andrea Soto Taborda

Apenas él le dedicaba el poema, a ella se le ablandaba el corazón y caían en llanto y en salvajes pensamientos, en sustos exasperantes. Cada vez que él procuraba pensar las pelusas, se enredaba en una grisácea queja y tenía que convulsionar de cara al mundo, sintiendo cómo poco a poco las campanillas se empezaban a quebrantar, se iban apelotando, rompiendo, hasta quedar tendido como el café de agonía al que se le han dejado caer unas libélulas de orquídea. Y sin embargo, era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tragaba los lagartos, consintiendo en que él aproximara suavemente su oro. Apenas se entreplumaban, algo como un unicornio los toreaba, los atraparía y comería, de pronto era el sillón, la furiosa violencia de las marmotas, olla, lluvia del orgullo, las esporas del mariposario en un sobre húmedo pausado ¡Vos! ¡Vos! Golpazos en la cresta del mono, se sentía ballena, perros y marinos. Temblaba el torso, se vencían los pájaros, y todo se revolvía en un profundo pincel, en llamas de agua gasas, en caricias casi crueles que los ordenaban hasta el límite de las garzas.

lunes, 16 de abril de 2012

Traducción Libre del Capítulo 68 de Rayuela, de Julio Cortázar (del glíglico al español) Melissa Castillo

Apenas él le amarraba el casco, a ella se le agolpaba el susto y caían en lujurias, en salvajes amoríos, en sustos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamer las pelusas, se enredaba en un llanto espantoso y tenía que esconderse de cara al mundo, sintiendo cómo poco a poco las amigas se asomaban, se iban acercando, duplicando, hasta quedar tendido como estofado de egoísta al que se le han dejado caer unas figuras de cartón. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se torturaba los hombros consintiendo en que él aproximara suavemente su esqueleto. Apenas se entrelazaban, algo como un cordón los unía, los extasiaba y movía, de pronto era el mirón, las furiosas convocadas de las métricas, la jadeante boca de la lluvia del orgullo, los astros del espacio en una sobrehumana pausa. ¡Ayuda! ¡Ayuda! alborotados en la cesta del murciélago sentía baladas, pericos y mariscos. Temblaba el otro, se vencían las mariposas y todo se resolvía en un profundo respiro, en aromas de desnutridas gansas, en caricias casi crueles que los ortopédicos hasta el límite de las gustosas.

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela (del glíglico al español) Emily Arce

Apenas él le arruinaba el poema, a ella se le agolpaba la claridad y caían en miserias, en salvajes agonías, en pétalos exasperantes. Cada vez que él procuraba rearmar las pelusas, se enredaba en un gruñido quejoso y tenía que evolucionarse de cara al no verla, sintiendo cómo poco a poco las ardillas se espantaban, se iban atropellando, gimiendo, hasta quedar tendidas como el silbato de agonía al que se le han dejado caer los filos de carisma. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se torturaba las hormigas, presintiendo en que él aproximara suavemente su huérfano de luna. Apenas se entreplumaban algo como un unicornio los cristalizaba, los extrañaba y alteraba, de pronto era el clima, las furiosas invocantes de las materias, la aullante en boca previa del orgullo, los espasmos del mar de plasma en una sobrehumana pausa ¡Venga! ¡Venga! posadas en la cresta del muro, se sentía bipolar, perlas y maullidos. Temblaba el tronco, se vencían las mariposas, y todo se resolvía en una profunda puntura, en anomalías tendidas gasas, en carnes casi crueles que los apenaban hasta el límite de las risas.

jueves, 12 de abril de 2012

El vino, esa cascada sobre los párpados (David Guerrero)

El vino, esa cascada sobre los párpados
es como la amargura que provoca
el dolor.

El dolor es como el amor,
viene y se va, muchas  veces permanece.

Estoy enamorado y pienso en
esa persona, el amor permanece
la pasión vive.

Mi corazón, dentro de ese
laberinto, no piensa lo que hace,
está locamente enamorado.

Es un amor que nace y no
desaparece,
la amo y la seguiré amando.

La miseria de un domingo

La miseria de un domingo
Mi miseria es no verte,
no hablarte.

Me provoca un nido de
lágrimas en mis ojos,
Mi amor por tí
es tan grande que

Parece la metamorfosis
de un vampiro,
no envejece.

Mi vida es víspera de
vos, que nunca voy
a dejar de quererte

El jueves tiene un lunes que le parte la garganta (David Guerrero)

El jueves tiene
un lunes que
le parte la
garganta

Como una llanta
que se estalla,
como mi amigo 
el zafarrancho

El cemento
está rasgado

Mi corazón dolido
por culpa del pasado

Mi amor está prendido
como un bombillo encendido

lunes, 9 de abril de 2012

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela (del glíglico al español) Reyer Chacón




"Apenas él le hablaba sobre el noema, a ella se le paraba el corazón y caían desmayados, en salvajes gritos, sustos espantosos. Cada vez que él procuraba hablar sobre lo sucedido se enredaba todo y tenía que evolucionar de cara al espejo, sintiendo como poco a poco las ardillas se espantaban, se iban brincando, asustadas hasta quedar tendidas como los muertos a los que han dejado caer sus armas y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella gritaba "los enemigos", consistiendo en que él aproximara suavemente sus labios. Apenas se quitaron, algo como que los agarraron, los dividieron, los estripaban, les pegaban, de pronto un chillón, el sonido de las mariposas, el famoso sonido de paz y de pronto una pausa "¡Enhorabuena! ¡Enhorabuena! gritaban en la cima de la montaña alta, se sentían victoriosos, alegres y felices. Temblaba en el mundo, se venían las mariposas y todo quieto en un profundo final, desde Niolamas de Argentina, hasta en Corinos, casi crueles que las celebraban hasta el límite de los hombres."

El viento arde (Steve Arancibia)

El remolino de fuego
quemó una choza
y la hizo mil pedazos.
Fue tan rojo
como el lápiz
con el que escribo.
Por eso el viento arde
en este lápiz,
porque es rojo
como el color de la sangre
que tiñe las hojas blancas.

El zapato muerto (Michael Ledezma)

Yo tengo muchos zapatos,
pero hay unos que son mis favoritos.
Cada vez que me ven,
ellos hacen una cara de susto,
y yo les pregunté

¿qué les pasa?
y ellos dijeron que
mis pies olían tan mal
que les acortaba la vida
entonces les prometí que usaría talco

Ventana mirando (Michael Ledezma)

Todos los días veo mi ventana
y aparece una niña igual a mí,
con la que comparto
mis días
de tristeza o alegría.
Ella es mi amiga, y
cada vez que la veo,
siento que me entiende.