domingo, 29 de abril de 2012

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela (Julio Cortázar), del gliglico al español, Michael Ledezma

Apenas él le acariaba el poema, a ella se le agotaba el huevito, y caían en almohaditas, en salvajes movimientos, en sustos desesperantes. Cada vez que él procuraba remar las peludas, se enredaba en un charco asqueroso y tenía que movilizarse de cara al óvalo, sintiendo cómo poco a poco las ardillas se masajeaban, se iban acercando y acercando, hasta quedar pegados como un chicle en un zapato al que se le han dejado caer unas figuras de cartulina. Y sin embargo, era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tostaba un pan, consintiendo en que él aproximara suavemente su peludo. Apenas se tranquilizaban, algo como un líquido los pegaba, los estrangulaba y mordía, de pronto era el chiflón, las estructuras impresionantes de las madrinas, la chocoleta en la boca del hombre, los pelos del gato en una enorme vaca. ¡Tostadora! ¡Tostadora! Maduros en la celda del murciélago, se sentía aliviado, pistolas y rabia. Temblaba el perro, se vencían las mariposas, y todo se sentía en un profundo hueco, en alta mar de guadalupe gases, en calamares casi crueles que los apenaban hasta el límite de la cumbia.

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