jueves, 26 de abril de 2012

La última noche de sufrimiento (Victoria A. Barth)

¡Oh, fría oscuridad! Me matas
Ya no sé qué hacer, ya olvidé lo que es amar...
Sé que tus besos han de ser nada más que mentiras,
pero ya no importa, con tal de callar la soledad.
¡Ven con tus falsas palabras!

Ven... ¡Eso mismo te pedí cuando me dejaste en el altar!
¿Cómo se supone que voy a olvidar cuánto te amé y cuánto tú no?
Mi droga es el vacío entre tus caricias,
la frialdad con la que dices amarme, es más que solo
el suspiro que nunca soltaste al verme.

¿Será una maldición tener la belleza pero nunca
ser amada de verdad? ¿Estaré condenada a mil mentiras,
a ser usada por mis riquezas y a diez mil noches de lamento?
¿A que la realidad vaya a ser noches heladas e infinitas como esta?
¡A días grises y un mar de lágrimas que se abre tiñéndose
al rojo vivo, de sangre...!

¿Será que jamás volverás? ¿Huiste para siempre?
Es un hecho, después de todo este tiempo, solo
encontré impenetrables meses de silencio.
Esta será la última vez que escucharán mi voz, esa voz
que una vez alegró con melodías el día.
Sí, cariño, me temo, este el fin de la sinfonía.

Dile adiós a la luz de mis ojos porque ahora
no más respiraré entre ustedes, inhalaré el
aire en el mundo detrás de las barreras del sueño
y ya entonces nunca más verán el brillo de la vida en mis pupilas.

Viviré mis fantasías y amaré mis deseos
de volar junto a ti para siempre. Todo eso,
en una oscura travesía llamada muerte.

¡Oh, sí! Te tengo a tí en sueños de los
que jamás despertaré. Una sanguinaria velada
son estas horas de melaconlía, pero no te preocupes
si alguna vez lees eso. ¡No te preocupes por mí, porque
simplemente me quedé dormida soñando contigo!
¡Contigo, amor imposible!

Con esta daga dentro de mi corazón y
derramando la última lágrima;
así yo muero, liberando mi alma y
acabando mi sufrimiento.

¡Adiós! Adiós, amor mío...

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