Ella, con la que
me desahogo de
mis penas todas las noches,
la que me ve si yo la veo...
a ella.
Mientras le hablo se mueve
del dolor que le he transmitido,
y cae lentamente,
la aturdo.
Ella se rompe lentamente,
y al caer se desagarra en mis llantos y lamentos
se va y se apaga su luz,
dejándome a oscuras.
Ya ella no está, se ha ido
y me ha dejado
con mis dudas y pensamientos
sin derecho a reír
ni a llorar en su presencia.
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