jueves, 7 de marzo de 2013

Cap.68 (Marlon Josué Chavarría Delgado 8-3)

Apenas él le amaba el poema, a ella se le agotaba el permiso y caían en hidrógeno, en salvajes embolias, en sustos desesperantes. Cada vez que él procuraba reclamar las incompetencias, se enredaba en un mimado espumoso y tenía que evolucionarse de cara al novato, sintiendo cómo poco a poco las ardillas se jugaban, se iban apretando, reduplicando, hasta quedar tendido como el trimestre de economía al que se le ha dejado caer una fluidez de ortodoncia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella torturaba los usuarios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus puños. Apenas se entregaban, algo como un unicornio los entrevistaba, los extra  jugaba y parodiaba, de pronto era el ciclón, las furiosas consultantes de las maricas, la volante emboscada del orgullo, los premios del mercado en una sobremesa menopausia. ¡Choque! ¡Choque! esposados en la cresta del murillo, se sentía mal, pepinos y maduros. Temblaba el troc, se vencían las mariposas y todo se resolvía en una profunda piscina, en viajes de argumentadas gasas, en caricias casi crueles que los operaban hasta el límite de las rugidas.

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