martes, 8 de mayo de 2012

Traducción libre del Capítulo 68 de Rayuela (Julio Cortázar) del glíglico al español, Paula Montero

Apenas él le rozaba la piel, a ella se le encrispaban los glúteos y caían en pecados, en salvajes penurias, en pasiones desenfrenadas. Cada vez que él procuraba apresar su virginidad, se enredaba en una espesura dudosa y tenía que contener sus palpitares, sintiendo cómo poco a poco el erotismo se mostraba, se iba desbordando, agrandando hasta quedar tendido en el ambiente como incienso de las velas al que se le había dejado caer en el sueño y la agonía. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se acariciaba los pechos, sintiendo que él aproximaba suavemente sus dedos. Apenas se tocaban, algo como un cosquilleo les impacientaba, los excitaba y alteraba, de pronto era el pubis, el anhelo inesperado de las manos, el agua calmante de la sed, las sendas a la paz en una irremisible injuria. ¡Vayamos! ¡Vayamos! Encimados en la cumbre orgásmica se sentían trémulos, jadeos y agitación. Temblaban los cuerpos, se contraían los músculos y todo se estremecía en un profundo trance, en un éxtasis de locuras vanas, en fantasías casi crueles que les acompañaban hasta el límite de la pasión.

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